El orgullo de ser «humildes»

Existen personas que creen en la humildad como sinónimo de sencillez. De aquí se salta a pensar que mientras menos desarrollado esté algún miembro del cuerpo o algún ministerio más fácil el mundo verá la gloria de Dios («Whatever that means»).

Aunque las motivaciones para pensar así puedan pretender ser buenas y sabias lo cierto es que tienden a dejar un rastro de inseguridad y desmotivación. Podríamos traer un razonamiento que diga: «pues… sí, la gente cuando se creen superiores caen en el abismo de la altivez y luego a la ruina. Por eso es que hay que pensarlo dos veces antes de alcanzar algún grado de admiración humana»… Y es aquí que nos sumergimos en la decadencia del individuo como miembro esencial para construcción del cuerpo.

En este siglo que vivimos las personas no solo necesitan buenos consejos, buena enseñanza y/o maltrato a la carne egoísta, también necesitan pertenecer. Y créanme que es muy difícil pertenecer en un lugar que se eclipsa el desarrollo espontáneo de la persona. A la larga se convierten en «zombies» dependientes.

Ya es tiempo de evaluar nuestros entrenamientos de «karate kid» donde Mr. Miyagui conseguia lo mejor de su alumno reprimiendo todo lo que este queria. Nesecitamos dejar descansar a «Chifu» y crear algun nuevo maestro, que no solo se dedique a reprimir, sino que pueda ayudar a enfrentar los peores enemigos «head on». Que hable las cosas con transparencia solo por que desea la superacion de esta persona. Que no tema enfrentar con su discípulo el orgullo, pero DE FRENTE, no con miedo a caer en el.

No podemos seguir pensando que si nos cohibimos de exponer y desarrollar al máximo los ministerios y las personas que los componen tendremos por resultado gente humilde. Esto solo es una polarización del mismo problema, un tipo de dualismo. Queriendo no caer en la altivez caemos en el orgullo de ser «chiquitos». En muchos casos esto es tener un concepto mas bajo de sí mismo y solo deberíamos tener un justo concepto de nosotros mismos (ni mas alto ni mas bajo) para no caer en el engaño (o al menos intentarlo sinceramente). No podemos estar orgullosos de ser menos, esto es falsa humildad y orgullo del mas dañino.

Hay que decirle no al chiquitismo y decirle si al desarrollo de habilidades. Decirle no a la mediocridad y si al crecimiento de mejores ministerios, planes y talentos. Debemos dejar de pensar en que manteniendo las cosas con pobre o lentísimo movimiento Dios sera mas fácil apreciado. No. Tenemos que hablar claro de que es orgullo, altivez y no ignorarlo. Solo identificándolo podremos comenzar a combatirlo. Para esto debemos comprender que la libertad se encuentra en la verdad y no en el autoengaño de pensar: «si no mejoro mas, la gente no me verá a mi y entonces verá a Dios». Si hacemos esto caemos en non sequitur (una cosa no necesariamente sigue de la otra). Cada cual es parte importante en la edificación de la iglesia y no es saludable pensar que si lo hago muy bien me miraran a mi. Falso. Si estamos claros de a quien servimos cuando algo así ocurra podremos decir firmemente que la gloria si es de Dios, en vez de decir que soy pobre, cuando sabes que te esforzaste con las fuerzas provistas por EL..

Reflexiones son bienvenidas. Gracias por leer.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario